¿Quién no ha jugado con este tipo de pelota alguna vez? Lo normal es que al verla te entren unas ganas incontenibles de apretarla, ¡son tan blanditas! Su principal beneficio es que nos relaja de una forma instantánea. A medida que la vamos presionando nuestra mente empieza a entrar en un estado zen, ¿no te pasa?
Es por esto que las pelotas antiestrés se utilizan habitualmente en las pausas activas, porque tienen la capacidad de evadir nuestra mente durante un momento, y ese es el objetivo de estos pequeños lapsos, desviar la atención.
Por si no los sabías, la tensión y el estrés además de hacernos sentir incómodos, también afecta a nuestros músculos. Un ejercicio tan simple como presionar la pelota antiestrés y después relajar la mano, nos ayudará a liberar posibles tensiones en los brazos. Así mismo, con este ejercicio rítmico favorecemos la circulación sanguínea.
Por ejemplo, después de una reunión complicada o una llamada telefónica, puede ayudarnos a deshacernos de los nervios y volver a la carga en pocos minutos.
De la misma manera, cuando llevamos mucho rato escribiendo en el teclado o con el ratón, este sencillo objeto favorecerá a relajar nuestros músculos.
Además, las pelotas antiestrés son un medio genial para estimular los nervios de las manos. Estos están conectados a sectores del cerebro que afectan directamente a las emociones (región límbica), por eso, indirectamente nos llevará a trabajar la parte emocional.
Por último, la estimulación que implica el estrujar este objeto, se asocia a la liberación de endorfinas. Estas generan en nuestro cuerpo una sensación calmante, lo que supone una mejora en el estado de ánimo.